Muchos de mis asiduos y fieles lectores me piden encarecidamente que me aparte de la opinión política, que me voy apartando poco a poco de la poesía y eso le hace daño irreparable a mis musas. Yo disciplinada como soy de mis críticas, las saco a pasear al mundo de la reflexión y creo a veces que es cierto. La poesía forma parte de mi paisaje afectivo y cognoscitivo desde que tenía cortísimos 5 años, ya todos lo conocen, mi inolvidable abuela fué partera de estas musas a veces desgarradoras que van por el mundo doliéndole la vida. Cuando escribo desnudo mi corazón, me vuelvo muchos y muchas ya trato de traducir este deshausiado acontecer de la existencia cargado de temores, dolres y pasiones humanas. Cada vez que escribo minimizo mi enregia porque me desgarro y orgásmicamente acabo cansada pero conforme y plena. El alma de un poeta anda sin ropajes, a la intemperie del mundo, asumiendo terriblemente los sinsabores y amores prohibidos y prohibitivos. Sin embargo, la poesía es mi condición humana más real, a través de las palabras esteticamente escritas voy lanzando aullidos sensitivos a un mundo que niega la palabra y el afecto del amor. La poesía no genera gananzas, no suma finanzas, no enriquece las cuentas bancarias, la poesía es la táctica más imbecil de hacerse ricos y los que han podido, como Benedetti, Neruda, Cortazar, Octavio Paz y muchos han desvalorizado tanto lo obtenido por estas musas que mueren pobres porque todo los han regalado.
Seguiré escribiendo afectos, es la única manera posible de no morir de desesperanzas, seguiré escribiendo lo que me obliga las musas, es la única forma de no contagiarme por dentro y hacerme una isla solitaria y egoísta.
Seguiré escribiendo aunque no tenga más lectores, ellos tambien necesitan vacacionar de mi, ellos también necesitan leer a otros. Yo seguiré por la vida con el alama desnuda y sin ropajes, es el hobbie de los elegidos por Dios para andar evangelizando la vida con la palabra, es mi convicción y mi fe, es la verdadera religion de quienes nos torturamos por el mundo cuando otros le dan la espalda. Seguiré con los años a la intemperie, rozando la piel de la ausencia, cabalgando soledades y retozando sensiblemente con las palabras que van por el mundo doliéndole la vida.
LIC. CAROL CAMACHO MEDINA